Por: UDLA Online
10 noviembre de 2025

En 2018, un hospital público en Quito tardaba, en promedio, 48 horas en procesar resultados de laboratorio. Hoy, gracias a sistemas automatizados y plataformas interconectadas, ese tiempo se redujo a menos de 6 horas. Esta mejora no solo se debe a nuevos equipos, sino a una visión renovada de la gerencia hospitalaria.
El paso del hospital tradicional al hospital inteligente está redefiniendo cómo se planifican los recursos, se atiende a los pacientes y se mide la calidad del servicio. En Ecuador, esta transformación digital avanza con fuerza, impulsada por la necesidad de optimizar los procesos sin perder el toque humano que define la atención médica.
Un hospital inteligente no se define por la cantidad de máquinas que tiene, sino por cómo conecta la información, las personas y los procesos para ofrecer una atención más segura, rápida y personalizada. Es decir, la tecnología no sustituye al factor humano, lo potencia: cada sistema —clínico, administrativo y operativo— se comunica con los demás para lograr decisiones basadas en datos reales.
En la práctica, esto significa que los hospitales inteligentes integran distintas capas tecnológicas en un mismo ecosistema. Por ejemplo, un monitor de glucosa envía automáticamente datos a la historia clínica electrónica, lo que facilita la respuesta rápida del personal médico ante cualquier cambio de salud. Esto demuestra cómo la tecnología transforma la atención médica cotidiana en un ecosistema conectado y eficiente.
La digitalización hospitalaria se apoya en herramientas que integran todos los niveles de atención:

La Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) señala que la transformación digital en salud está acelerando mejoras clínicas y administrativas en hospitales latinoamericanos, fortaleciendo la atención médica y agilidad operativa.
En Quito, instituciones como Hospital Vozandes y Hospital de los Valles representan ejemplos destacados de gestión hospitalaria inteligente, al incorporar tecnología avanzada para optimizar la atención clínica, la monitorización de pacientes críticos y la eficiencia de sus procesos.
Esto ocurrió gracias a varios sucesos:
Por ejemplo, el Hospital de los Valles implementó un sistema de entrega de farmacia y laboratorio mediante drones, en alianza con Aerialoop, convirtiéndose en el primer hospital con tecnología para enviar muestras, medicinas y otros insumos en menos de 30 minutos entre Quito, Puembo y Cumbayá.
Un ejemplo de esto es el documento de la PUCE que señala la necesidad de “sistemas integrados e interoperables que faciliten la gestión digital” pero que también advierte de barreras por el personal y la infraestructura.
Este avance en la digitalización también alcanza áreas como los cuidados paliativos en adultos mayores, donde la tecnología garantiza acompañamiento continuo y comunicación entre pacientes, familias y profesionales.
La digitalización hospitalaria no solo introduce nuevas herramientas, sino que redefine la manera en que se gestiona la salud. Estos son tres de los impactos más visibles que la transformación digital está dejando en la gerencia hospitalaria moderna:
Estos cambios también demandan profesionales preparados para liderar equipos multidisciplinarios y gestionar información sensible, por lo que formaciones como los diplomados en salud son cada vez más relevantes para el nuevo perfil de la gerencia hospitalaria.
La digitalización hospitalaria aún enfrenta retos significativos:
El camino hacia una gestión completamente digital pasa por fortalecer la gobernanza institucional y la inversión pública, pero también por la formación de profesionales con visión integradora, capaces de unir tecnología, salud y administración.
Los hospitales serán más tecnológicos, empáticos y sostenibles. Las tendencias de salud apuntan hacia modelos de atención basados en resultados y bienestar del paciente, más que en volumen de servicios.
Retomando lo previsto por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), los sistemas hospitalarios de América Latina experimentarán en los próximos años una adopción creciente de inteligencia artificial en los procesos de diagnóstico, la expansión del Internet de las Cosas Médicas (IoMT) y el desarrollo de sistemas predictivos que faciliten una gestión más eficiente de recursos clínicos.
Este enfoque también inspira programas académicos como las maestrías médicas en línea, donde profesionales de la salud desarrollan habilidades para liderar la innovación clínica.
En definitiva, la gerencia hospitalaria del siglo XXI ya no se define por el tamaño del hospital o el número de camas, sino por su capacidad de conectar datos, personas y decisiones para ofrecer una atención verdaderamente inteligente.
Fuentes: